Durante las I Jornadas de Feminismo y Lesbianismo, Isabel Balza* presentó la ponencia: El Feminismo Lesbiano de Monique Wittig.
(LA LESBIANA COMO SUJETO ONTOLÓGICO Y POLÍTICO)
Profesora de Filosofía Moral de la Universidad de Jaén
2. Existencia lesbiana y continuum lesbiano de Adrienne Rich
3. “Las lesbianas no son mujeres”
4. El cuerpo lesbiano de Monique Wittig (1973): cuerpos lesbianos, monstruosos, exiliados, abyectos
4.1. Desmembrar el cuerpo
4.2. Secreciones corporales: De la abyección a la erotización
4.3. Ética sexual: el cuerpo transfigurado. Los nombres de la amada
4.4. Cuerpo Cyborg
«…y a mis compañeras hermosos cantos cantaré yo ahora para alegrarlas…»
Safo [fr. 160 P]
1. HETEROSEXUALIDAD OBLIGATORIA. RICH Y WITTIG.
• El feminismo lesbiano se forma a partir de lo que se suele llamar la segunda oleada del movimiento de mujeres: a partir de finales de los años sesenta del siglo XX. Su primer proceso fue el de dar forma a una estructura de identidad colectiva en la que las lesbianas pudieran reconocerse. En un segundo momento, se trataba de dotar a esa identidad de una dimensión política pública.
• Se define entonces el lesbianismo como una opción política que se articula en términos de identificación con otras mujeres. Identificación en todos los aspectos de la vida, no sólo en el deseo o en el placer. Es decir, que el lesbianismo va más allá de la cuestión de la sexualidad. La lucha política se cifraría en la abolición del patriarcado como sistema de dominación y en la definición de una nueva subjetividad.
• Dos de las autoras más importantes del pensamiento feminista lesbiano, Monique Wittig y Adrienne Rich, examinan en su obra las estructuras del orden patriarcal que el lesbianismo amenaza. Su análisis desentraña la institución de la heterosexualidad. En el artículo «Heterosexualidad obligatoria y existencia lesbiana» (1980), Adrienne Rich plantea tratar «La existencia lesbiana como realidad y como fuente de conocimiento y de poder disponible para las mujeres, o la propia institución de la heterosexualidad como avanzadilla de la dominación masculina» (Rich 1986: 45). Crítica la suposición de la heterosexualidad como siendo la «preferencia sexual» de la «mayoría de las mujeres», de modo implícito o explícito.
• Rich plantea que la heterosexualidad, como la maternidad, tiene que ser reconocida y estudiada como institución política, y este análisis lo deben llevar a cabo, precisamente, aquellos que por su experiencia personal creen ser «los precursores de una nueva relación social entre los sexos» (Rich 1986, 51).
• La tesis de Rich es que al fijarnos en las medidas adoptadas para mantener a las mujeres dentro del ámbito sexual masculino, aparece una pregunta:
Si la cuestión que las feministas tienen que plantearse no es la simple «desigualdad de género», ni el dominio de la cultura por parte del macho, ni los meros «tabúes contra la homosexualidad», sino cómo se fuerza a las mujeres a la heterosexualidad como medio de garantizar el derecho masculino al acceso físico, económico y emocional a ellas. (Rich 1986: 64).
• La heterosexualidad obligatoria es, entonces, la institución política que garantiza el acceso de los hombres a los cuerpos de las mujeres, y su explotación sexual, afectiva y económica. Rich critica que la heterosexualidad sea una “preferencia” u “opción” de la sexualidad para las mujeres, en tanto que como institución política o estructura, las mujeres estarían obligadas a adoptarla, y en ningún caso se puede presentar como una opción libre entre otras (por ejemplo: el lesbianismo).
2. EXISTENCIA LESBIANA Y CONTINUUM LESBIANO DE ADRIENNE RICH
• Además de heterosexualidad obligatoria, Rich acuña otros dos conceptos: existencia lesbiana y continuum lesbiano. Existencia lesbiana se refiere al hecho de la presencia histórica de las lesbianas. Continuum lesbiano, a su vez, trata de recoger una gama de experiencia identificada con mujeres, más allá del deseo de una experiencia sexual genital con otra mujer. Entre estas experiencias cita Rich las siguientes: compartir una vida más profunda y rica, la unión solidaria contra la tiranía masculina o resistencia al matrimonio. Ambos conceptos se elaboran para evitar las limitadas definiciones casi siempre clínicas de lesbianismo.
• La existencia lesbiana es así un acto de resistencia, al ser un ataque contra el derecho masculino de acceso a las mujeres. Por otra parte, Rich recuerda la falta de conocimiento alguno de una tradición, la destrucción de los registros y recuerdos que documenten la realidad de la existencia lesbiana. Además insiste en que no se puede equiparar la existencia lesbiana a la homosexualidad en general, dado que al incluir a las lesbianas en una suerte de versión femenina de la homosexualidad masculina se les priva de su existencia política. Las diferencias con los homosexuales varones hace que Rich afirme lo siguiente:
Yo percibo la experiencia lesbiana como algo que, al igual que la maternidad, es una experiencia profundamente femenina, con opresiones, significados y potenciales concretos que no podremos comprender mientras nos limitemos simplemente a agruparla con otras existencias sexualmente estigmatizadas. (Rich 1986: 67)
• En definitiva, la cuestión es para Rich la falta de elección de las mujeres, su obligatoriedad heterosexual que hace que las mujeres sigan dependiendo de la suerte o del azar de las relaciones concretas, no teniendo «poder colectivo para determinar el significado y el lugar de la sexualidad en sus vidas». (Rich 1986: 80).
3. MONIQUE WITTIG: “LAS LESBIANAS NO SON MUJERES”
• El fundamento del pensamiento de Wittig es la crítica a lo que denomina pensamiento heterosexual, constituyendo éste «la relación obligatoria social entre el “hombre” y la “mujer”» (Wittig 1980: 51). Para Wittig, en la crítica a la supuesta naturalidad del género (efectuada como sabéis por Simone de Beauvoir en su Segundo Sexo) pervive un nudo sin examinar, dice en su artículo de 1978 «El pensamiento heterosexual»:
Las categorías de las que se trata funcionan como conceptos primitivos en un conglomerado de toda suerte de disciplinas, teorías, ideas preconcebidas, que yo llamaría «el pensamiento heterosexual». Se trata de «mujer», «hombre», «sexo», «diferencia» y de toda la serie de conceptos que están afectados por este marcaje, incluidos algunos tales como «historia», «cultura» y «real». Y por mucho que se haya admitido en estos últimos años que no hay naturaleza, que todo es cultura, sigue habiendo en el seno de esta cultura un núcleo de naturaleza que resiste al examen, una relación excluida de lo social en el análisis y que reviste un carácter de ineluctabilidad en la cultura como en la naturaleza: es la relación homosexual. Yo la llamaría la relación obligatoria social entre el «hombre» y la «mujer» (Wittig 1992: 51).
• Wittig critica la heterosexualidad no concebida como sexualidad, sino como un régimen político. Hasta ese momento el feminismo había analizado el “patriarcado” como un sistema ideológico de dominación de la clase de los hombres sobre la clase de las mujeres. Si Beauvoir analiza la no naturalidad del género, Wittig analiza la no naturalidad de la heterosexualidad, y Butler, más adelante (1990: El género en disputa), la no naturalidad del sexo. Ahora Wittig cuestiona las categorías de “hombre” y de “mujer”, no cuestionadas hasta este momento. Se trata de destruir las categorías de sexo (mujer y hombre), eliminando su uso, para «encontrar una nueva y subjetiva definición de la persona y del sujeto para toda la humanidad» (Wittig 1992: 42). Superar esa relación heterosexual obligatoria de carácter cultural supone para Wittig la eliminación de los hombres y las mujeres «en tanto clases y en tanto categorías de pensamiento y de lenguaje» (Wittig 1980: 54). La transformación de los conceptos clave por la que aboga Wittig exige pensar una nueva categoría subjetiva que no sea ya ni hombre ni mujer.
• En este sentido, la tesis principal que Wittig desarrolla es la posibilidad de hallar «una nueva y subjetiva definición de la persona y del sujeto para toda la humanidad» (Wittig 1981: 42), pero que esta nueva subjetividad sólo puede estar, a juicio de la autora, «más allá de las categorías de sexo (mujer y hombre)» (Wittig 1981: 42). Y Wittig encuentra que es el lesbianismo el lugar social y ontológico adecuado para pensar esta nueva categoría subjetiva. Para Wittig “lesbiana” es el único concepto que está más allá de las categorías de sexo (mujer y hombre), porque el sujeto lesbiana «no es una mujer ni económicamente, ni políticamente, ni ideológicamente» (Wittig 1992: 43). De modo que el lesbianismo ofrece, de momento, la única forma social en la que se puede vivir libremente: por ocupar un espacio más allá de las categorías constituidas.
• Para Wittig se trata de crear una nueva categoría que permita abolir el sistema heterosexual. Para la autora no se trata –como para Adrienne Rich– de sustituir la categoría de “mujer” por la de “lesbiana”, sino de utilizar la posición estratégica de las comunidades lesbianas para destruir el sistema heterosexual. Dice Wittig en su artículo de 1981 «No se nace mujer»: «Somos [las lesbianas] desertoras de nuestra clase, como lo eran los esclavos americanos fugitivos cuando se escapaban de la esclavitud y se volvían libres» (Wittig 1992: 43).
• Wittig critica la naturalización de la historia y de los fenómenos sociales que manifiestan la opresión de las mujeres, haciendo de ese modo imposible cualquier cambio. El pensamiento de Wittig pretende suprimir las categorías de género y de sexo, no sólo transgredirlas. Dice en el artículo «No se nace mujer»: «Así, una lesbiana debe ser cualquier otra cosa, una no-mujer, un no-hombre, un producto de la sociedad y no de la «naturaleza», porque no hay «naturaleza» en la sociedad.» (Wittig 1992: 35). Y en «El pensamiento heterosexual» afirma:
Esto supone decir que para nosotras no puede ya haber mujeres, ni hombres, sino en tanto clases y en tanto categorías de pensamiento y de lenguaje: deben desaparecer políticamente, económicamente, ideológicamente. Si nosotros, las lesbianas y gays, continuamos diciéndonos, concibiéndonos como mujeres, como hombres, contribuimos al mantenimiento de la heterosexualidad. (…) Hay que llevar a cabo una transformación política de los conceptos clave, es decir, de los conceptos que son estratégicos para nosotras. (Wittig 1992: 54)
Que «las lesbianas no son mujeres», tal y como Wittig proclamó al final de su conferencia de 1980, supone que las lesbianas se encuentran al margen del sistema social, económico y político de la heterosexualidad. Y por ello, en tanto que ocupan una posición descentrada u oblicua en el sistema político, permiten poder pensar un nuevo modo de constitución subjetiva. En este sentido, como veremos, se tratará de lesbianizar a todo sujeto (incluidos los hombres).
4. EL CUERPO LESBIANO: CUERPOS LESBIANOS, MONSTRUOSOS, EXILIADOS, ABYECTOS
«Hasta entonces no la había alcanzado la podredumbre y allí, ante mis ojos, la vi de repente corrompida y marchita, porque yo había disipado su sueño.»
Djuna Barnes, El bosque de la noche, 166
• Un ejemplo de resignificación y posicionamiento político es el libro de Monique Wittig El cuerpo lesbiano. En El cuerpo lesbiano encontramos esbozadas las tesis teóricas que, años más tarde, Wittig va a desarrollar en otros lugares. Esos textos posteriores nos ayudan a interpretar el libro de 1973. En este texto se encuentran materializadas las posiciones teóricas y políticas que Wittig expone en otros lugares. En una suerte de ejercicio performativo, Wittig conforma sus tesis teóricas a través del libro. Se trata de la construcción de un lugar posible más allá de la heterosexualidad normativa; la posibilidad de habitar un cuerpo transfigurado por el deseo lesbiano. Este cántico lésbico construye un nuevo cuerpo cyborg y posthumano. El texto de Wittig es un ejercicio de “ética sexual”, una reivindicación de la dignidad de los cuerpos degradados o abyectos, excluidos de la norma social/sexual. Por último, me gustaría vincular el cuerpo lesbiano de Wittig con la propuesta del cuerpo cyborg de Donna Haraway.
4.1. Desmembrar el cuerpo
• El cuerpo lesbiano comienza con una declaración: Wittig nos dice ya en el primer poema que lo que sigue es un infierno, advierte a la amada/lectora de la novedad del lenguaje que sigue, del registro otro que marca el texto. Lo que Wittig va a narrar en el libro no tiene hasta ahora nombre. ¿Qué es eso innominado hasta ahora en la historia del pensamiento y de la literatura? Pues el amor lesbiano. Transcribo el poema:
En este infierno dorado adorado negro despídete m/i muy hermosa m/i muy fuerte m/i muy indomable m/i muy sabia m/i muy feroz m/i muy dulce m/i muy amada, de lo que ellas llaman el afecto la ternura o el gracioso abandono. Lo que aquí ha sucedido, ninguna lo ignora, no tiene hasta ahora nombre; que ellas los busquen si tienen absoluta necesidad, que se lancen a un asalto de hermosas rivalidades, del cual y/o m/e desintereso casi completamente mientras que tú puedes con voz de sirena suplicarle a alguna de brillantes rodillas que acuda en tu ayuda. Pero, lo sabes, ninguna podrá soportar verte con los ojos revulsionados los párpados recortados tus intestinos amarillos humeantes extendidos en las palmas de tus manos tu lengua escupida fuera de tu boca los largos hilillos verdes de tu bilis deslizándose sobre tus senos, ni una podrá soportar el oír tu risa baja frenética insistente. El estallido de tus dientes tu alegría tu dolor la vida secreta de tus vísceras tu sangre tus arterias tus venas tus huecos habitáculos tus órganos tus nervios su estallido su brote la muerte la lenta descomposición la peste la devoración por los gusanos tu cráneo abierto, todo le será de igual modo insoportable. (Wittig 1973: 7)
• En el primer poema Wittig anuncia su propósito, contar eso nunca enunciado: el amor lesbiano. Contarlo, más bien, cómo nunca ha sido narrado, más allá, dice «de lo que ellas llaman el afecto la ternura o el gracioso abandono». Porque Wittig va a descomponer y a diseccionar el cuerpo femenino, va a desmembrar ese cuerpo, para luego así poder construir un nuevo cuerpo. Esta destrucción del cuerpo femenino es una destrucción del lugar que ha tenido el cuerpo de la mujer en el sistema de la heterosexualidad, es una destrucción de los modos de la subjetividad femenina que han sido posibles en la historia del pensamiento. Y el libro es una búsqueda de un nuevo cuerpo que soporte una nueva subjetividad: el cuerpo lesbiano que dé cabida al nuevo sujeto lesbiano.
• La estrategia narrativa de Wittig es doble. Por una parte, construye un nivel de escritura en el que se describe/construye la relación de los cuerpos lesbianos. Una relación entre cuerpos que muestra la erogeneidad de éstos, al margen de la heterosexualidad dominante. Por otra parte, y paralelamente, hay otro nivel de escritura (cuyo texto está en mayúsculas) en el que sólo se describe (no hay formas verbales, no hay acción) cómo es el cuerpo lesbiano. Esta letanía intercalada fragmenta un texto ya troceado. Todas las partes del cuerpo de las dos protagonistas son enumeradas, tanto en los fragmentos poéticos como en la lista en mayúsculas. Así se deconstruyen los estereotipos de la femineidad.
• Lo que Wittig pone de manifiesto es que si la identidad subjetiva es una identidad sexuada (tal y como desde la perspectiva psicoanalítica se afirma) y esta identidad sexual pasa por la “unidad” que la categoría de sexo permite pensar, entonces la integridad corporal que un sistema ideológico permite puede ser cambiado. Lo que Wittig afirma con su libro es que el cuerpo femenino ha sido erotizado de un modo determinado (focalizando las zonas erógenas en senos, vagina, incluso clítoris), y que esa erotogeneidad que la ideología heterosexual permite puede ser variada, y que ella en su libro la va a cambiar. Como dice Butler, si la categoría de “sexo” heterosexual fragmenta el cuerpo reduciendo su erotogeneidad, entonces:
El derrocamiento lésbico del “sexo” pone la mira en las normas sexualmente diferenciadas de integridad corporal, por ser modelos de dominación que dictan lo que “unifica” y hace coherente al cuerpo como cuerpo sexuado. En su teoría y sus obras literarias, Wittig muestra que la “integridad” y la “unidad” del cuerpo, a menudo considerados ideales positivos, sirven a los objetivos de fragmentación, restricción y dominación. (Butler 1990: 146)
• El cuerpo lesbiano desplaza la ideología heterosexual encarnada en el discurso de la medicina y de la pornografía, pero, al mismo tiempo, su discurso es ajeno a cualquier discurso erótico conocido. Como afirma Beatriz Preciado: «De hecho, la medicina y la pornografía dominantes funcionan como formas de pedagogía biopolítica que enseñan como hacerse un cuerpo hetero. Wittig muestra en El cuerpo lesbiano que la medicina y la pornografía comparten la misma epistemología de representación del cuerpo» (Preciado 2001: 130).
• Wittig desintegra el cuerpo, lo deconstruye miembro a miembro, órgano por órgano, fragmenta a la amada/lectora y al sujeto de la enunciación: desmembra todo sujeto femenino. Pero no se trata sólo de la destrucción del cuerpo femenino, ese cuerpo debe ser recompuesto, reconstruido; el cuerpo fragmentado sigue además gozando: está vivo. Dice Wittig:
Ellas m/e atraen hasta tus pedazos dispersos, hay un brazo, hay un pie […] ellas m/e preguntan dónde construirte la sepultura en qué orden recoger tus fragmentos lo que hace que y/o m/e incorpore aullando, y/o pronuncie la prohibición de registrar tu muerte, que la traidora responsable de tu despedazamiento no sea molestada, y/o digo que tú estás ahí viviente aunque despedazada, y/o busco a toda prisa tus pedazos en el lodo […] y/o te recompongo pedazo a pedazo, y/o te reconstruyo, y/o coloco en su lugar los ojos, y/o junto borde con borde las pieles separadas… (Wittig 1973: 73)
• Porque se trata de construir un lugar posible para la constitución del nuevo sujeto lesbiano, más allá de la división diádica de los sexos. Por eso Wittig le desea a su amada ya hacia el final del libro: «…que pierdas el sentido de la mañana y la noche de la estúpida dualidad con todo lo que de ella se deriva […] que la estrella negra te corone al fin dándote asiento a m/i lado en el apogeo de la figuración del amor lesbiano m/i más desconocida» (Wittig 1973: 135).
4.2. Secreciones corporales: De la abyección a la erotización
• Monique Wittig comienza El cuerpo lesbiano enumerando una serie de flujos corporales. Tras enunciar de qué cuerpo se trata, Wittig ofrece una primera serie de términos que describen ese cuerpo lesbiano y que lo componen/descomponen. La serie es la siguiente:
EL CUERPO LESBIANO LA CIPRINA LA BABA LA SALIVA EL MOCO EL SUDOR. LAS LÁGRIMAS EL CERUMEN LA ORINA LAS NALGAS LOS EXCREMENTOS LA SANGRE LA LINFA LA GELATINA EL AGUA EL QUILO EL QUIMO LOS HUMORES LAS SECRECIONES LA PUS LAS SANÍES LAS SUPURACIONES LA BILIS LOS JUGOS LOS ÁCIDOS LOS FLUIDOS LOS ZUMOS LAS EMANACIONES LA ESPUMA EL AZUFRE LA UREA LA LECHE LA ALBÚMINA EL OXÍGENO LAS FLATULENCIAS. (Wittig 1973: 20-21)
La primera serie que describe este cuerpo de Wittig está formada por términos que remiten a la función excrementicia del cuerpo. Estos términos recuerdan esas emanaciones corporales que suelen estar asociadas con la repulsión, con el asco. Precisamente esos fluidos expulsados del cuerpo son lo que, según Kristeva, constituyen lo abyecto, lo arrojado, aquello desechado y que está fuera del sujeto. Esta fisiología de fluidos corporales que construye Wittig representaría la ausencia de sexo específicamente genital.
• Wittig desmembra el cuerpo, lo deshace, comenzando con expulsar del mismo todos sus humores. Podríamos decir que vacía el cuerpo. En una especie de limpieza ideológica, lo vacía de sus atributos heterosexuales, para poder investirlo más tarde con otras notas que lo construyan de nuevo. Wittig muestra los excrementos corporales para recordar la abyección del cuerpo lesbiano, su función abyecta en lo social. Así, la materialidad del cuerpo se muestra desde el comienzo.
• Todo el libro rezuma abyección. Las amantes se aman devorándose, mostrando todas sus excrecencias, deseándose a través de la sangre. Las amantes de Monique Wittig muestran un amor violento que desgarra los cuerpos que aparecen, literalmente, en carne y hueso. El hedor, la putrefacción, la descomposición de los cuerpos, el enmohecimiento, las purulencias, las caries, las fermentaciones de los órganos, la podredumbre, la peste, recorren todo el texto, inundan a las amantes. Pero toda esta abyección, todas las vísceras y humores corporales no son expresión de la muerte, sino que son un canto gozoso. Las amantes encuentran en la abyección un lugar para el deseo, del mismo modo que Butler propone la posibilidad de resignificar la amenaza de la homosexualidad abyecta y convertirla en un lugar de erotización.
• Porque es a través de su descomposición que las amantes se reencuentran con su propio cuerpo y resucitan. Es la Otra la que permite la recomposición del cuerpo, y así de la identidad y de la nueva subjetividad:
Tú m/e interrumpes, tú cantas con estridente voz tu certidumbre de triunfar sobre m/i muerte, tú no reparas en m/is sollozos, tú m/e arrastras hasta la superficie de la tierra donde el sol es visible. Es ahí sólo ahí al desembocar entre los árboles y el bosque cuando de un salto m/e das la cara y ciertamente tus ojos miran, y/o resucito a una velocidad prodigiosa. (Wittig 1973: 11)
• Las amantes se identifican con el lugar abyecto que, como símbolo del espacio abyecto que ocupa el cuerpo femenino y la sexualidad lesbiana en lo social, es síntoma particular que permite acceder a lo universal. Esta identificación con lo abyecto aparece en el relato de Wittig en el modo en que las amantes son absorbidas la una por la otra, formando parte del cuerpo ajeno, para ser vomitadas, escupidas, rechazadas o expulsadas de ese cuerpo extraño: son, podemos decir, literalmente abyectas. Dice Wittig: «…y/o intento ser absorbida por ti en el transcurso de m/i reptación por tu interior y ser escupida rechazada completamente vomitada, y/o te lo ruego con voz muy dulce, vomíta/m/e con todas tus fuerzas corderilla de leche embozalada reina gato escúpe/m/e, vomíta/m/e» (Wittig 1973: 81).
4.3. Ética sexual: el cuerpo transfigurado. Los nombres de la amada
• Tras desmembrar el cuerpo de su amada/lectora, afirma Wittig: «Y/o soy la que tiene el secreto de tu nombre» (Wittig 1973: 121). Estos son algunos de los nombres que la narradora da a su amada: “monstruo adorado”; “m/i muy atroz”; “comedora m/ía de podredumbre m/i más nefasta m/i más inquietante”; “m/i inmunda”; “monstruo de todos el más cruel”; “abominable dueña”; “monstruo de podredumbre”; “m/i más bello monstruo”; “m/i más atroz”; “m/i desventurada dueña”. Ella es quien tiene el secreto del nombre de la amada, pues el cuerpo desmembrado debe ser reconstruido, eso que no tiene nombre hasta ahora debe encontrar su nombre: el cuerpo lesbiano necesita ser denominado para existir y hallar su lugar en lo simbólico.
• Wittig erotiza lo abyecto dando un lugar al cuerpo lesbiano exiliado de lo simbólico. Ahora bien, ese nuevo nombre que busca la narradora debe señalar la diferencia que mantiene con el cuerpo femenino que en el relato se ha analizado, criticado, deconstruido y rechazado. Los nuevos nombres hablan de los nuevos cuerpos. Por eso el cuerpo de la amada es un monstruo, porque es ajeno al universo simbólico aceptado por lo social, mas ese monstruo es un monstruo adorado y bello, en tanto que está atravesado por el deseo. El nuevo cuerpo es un cuerpo ambivalente, un cuerpo que debe mantener la distancia con las categorías sexuales que Wittig trata de superar.
• Nominar el nuevo cuerpo permite construir un nuevo lugar para el amor lesbiano, un lugar posible hasta ahora negado por la cultura heterosexual. Unos años más tarde, Wittig afirmará la continuidad entre el orden simbólico y el orden político y económico, señalando el modo en que el lenguaje y la abstracción dan forma al cuerpo de aquellos a quienes oprime. Lo que vemos en El cuerpo lesbiano es entonces un acto de resistencia, un ejercicio filosófico, literario y político en el que se conforma el nuevo cuerpo lesbiano, aquel que no tenía ni lugar (económico, simbólico y político), ni nombre. La amante construye el nuevo cuerpo de la amada, igual que la escritora analiza y deconstruye el lenguaje y la ideología heterosexual para crear nuevas posibilidades.
• El discurso radical del libro de Monique Wittig se cifra en el intento de transfigurar el cuerpo de la amada/lectora, para conseguir una redefinición radical de las mujeres en tanto que sujetos políticos. El amor lesbiano transforma a las amantes y les permite reconstruir sus cuerpos despedazados; dice Wittig: «Un vómito m/e domina, y/o m/e ahogo, y/o grito, y/o te hablo, y/o te quiero con una fuerza tan maravillosa que de pronto los fragmentos se unen, no te falta ni un dedo ni un pedazo» (Wittig 1973: 106).
• La nueva unidad que el nuevo nombre otorga a las amantes viene dada por el cuerpo lesbiano. La letanía de todas las partes del cuerpo desmembradas comienza con el cuerpo lesbiano, pero su final es también este nuevo nombre que reconstruye y da unidad al nuevo cuerpo político y erótico. Además, para Wittig se trata de lesbianizar a todos los sujetos; dice: «…estableciendo un sujeto lesbiano como sujeto absoluto donde el amor lesbiano es el amor absoluto» (Wittig 1985: 115). Lesbianizar los cuerpos significa, como vimos, construir una nueva posición política y sexual más allá de las categorías binarias de las posiciones sexuales dadas: hombre y mujer. Por ello puede Wittig afirmar que en su libro, al atacar el orden heterosexual en los textos, se trata de lesbianizar a los hombres y a las mujeres.
• El libro de Wittig es un ejercicio de ética sexual en tanto que construye un lugar posible para una posición sexual no simbolizada en la historia del pensamiento. Wittig permite con su texto erotizar el cuerpo abyecto del lesbianismo, construyendo un nuevo cuerpo político, filosófico y erótico. Un cuerpo lesbiano que como el cuerpo cyborg de Donna Haraway pretende abolir y superar la diferencia sexual.
4.4. Cuerpo Cyborg
«A pesar de que los dos bailan juntos el baile en espiral, prefiero ser un cyborg que una diosa»
Haraway, Manifiesto para cyborgs, 311
• Para terminar quiero esbozar los vínculos teóricos entre el feminismo de Monique Wittig y el feminismo cyborg de Donna Haraway. Podemos afirmar que el cuerpo lesbiano que Wittig construye y propone es afín al cuerpo cyborg que Haraway piensa. Recordemos que el cyborg permite pensar las fronteras que se establecen entre diversas dicotomías tales como las dicotomías entre la mente y el cuerpo, lo animal y lo humano, el organismo y la máquina, la naturaleza y la cultura o los hombres y las mujeres, entre otras. Estos límites son puestos en cuestión por el cuerpo cyborg, en tanto que híbrido que señala “apretados acoplamientos inquietantes y placenteros” (Haraway 1991: 257). Es la ironía del cuerpo cyborg la que genera, para Haraway, dualismos antagónicos sin fin.
• El cuerpo cyborg de Haraway no acaba en los límites físicos que la piel del cuerpo señala. Por ello, el cuerpo cyborg es fluido, mostrando la elasticidad de la identidad y de la encarnación sexual. La elasticidad y fluidez son también notas que definen el cuerpo lesbiano. Por ello, al igual que el cuerpo lesbiano de Wittig, el cuerpo cyborg de Haraway es un cuerpo monstruoso que permite «el sueño utópico de la esperanza de un mundo monstruoso sin géneros» (Haraway 1991: 310).
• El cuerpo lesbiano es un cuerpo monstruoso, cyborg, y es un cuerpo queer. Pues en tanto que Wittig construye un cuerpo con los desechos y otorga un lugar en el pensamiento y en lo simbólico a los cuerpos abyectos comparte la estrategia de resistencia que la teoría y las prácticas queer reivindican.
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